25.3.07

Mirar pasar los focos de a par. El día se evapora de a poco y los ruidosos transeúntes metálicos encienden sus ojos en la semioscuridad recientemente adquirida. Paso a paso, el fin de un trayecto largo que se acerca de a poco. Como un dragón verde, que olfatea el aire espectante y aspira olor a mal semblante. Un dragón gigante acurrucado en el pecho, que se mueve despacio y provoca pulsaciones aceleradas.
Paso a paso, entre los focos de a par, perpendicular a la avenida, amparados por Dios que está encerrado en una inmensa cruz blanca, donde el máximo pontífice bendice toda lágrima, todo destello de inmensidad en un último abrazo, toda cualquier cosa que suceda desde antes, ahora, y para siempre.
Hay ruido a fin de jornada. Ruido a calle concurrida, olor a combustión, tacto suave y gusto agrio. Se eleva desde adentro, como algún vapor en la caldera de aquel diablo (vamos que la caldera va trayendo nuevos colores, vamos que la caldera va templando los corazones...).
Cierto es que estaba escrito en el papel donde se escribe nuestra historia. Aceptarla antes es firmar contrato, prohibido réplicas. Así que mientras quedan atrás los pares de ojos luminosos, mientras la calle se calla de a poco y da lugar al bullicio de la gente, una nueva realidad cobra vida. Va naciendo desde adentro, aceptando sus derrotas y sus malos tiempos, con ganas de construir nuevas esperanzas. Una nueva realidad que cobra vida, y entre el sabor de algun líquido derramado, deja caer un gusto dulce, un pequeño placer final, una última recompensa.
El dragón verde junto a su presa, huele para saber cuando es el momento de atacar.
¿Cómo decidir cual será el último momento antes de darse vuelta y marchar?
Sin embargo, el momento llega. Ni palabras, ni otros gestos, ni consuelos. No hay nada que sea suficiente... o quizás, estar así es demasiado.
De repente todo pasa más lento.
La mano yendo hacia las correas, otra mano agarrando un collar, una cara que se transforma lentamente en un gesto, una palabra que sale despedida de a poco... y se da vuelta, y empieza a caminar, y vuelve a darse vuelta antes de desaparecer.
El dragón verde de lo que viene se lo va tragando, mastica lentamente su futuro y este de acá, el mío, y se vuelve a dormir echando humo.
Ya desapareció al doblar a la derecha, y ahora no se puede adivinar nada. Solo me gustaría saber hacia donde es que quedaba salida.

1 comentario:

JuanT dijo...

El dragón...a título personal, me parece que habla de una pareja, un hombre y una mujer, el dragón lo veo como el hombre, pero solo porque yo también soy hombre.
Te tiran una ciudad y devuelves belleza, eso es increíble, sos una evocadora de imágenes increíble, me maravilla ver la vida así, como si fuera toda una maravilla.
Voy a dejar de elogiarte, porque siempre lo hago, y supongo que te aburre, pero creeme que lo siento, que es lo que quiero hacer, llenarte de elogios para que siempre tengas ganas de volver a escribir.

Bueno, te dejo a tu suerte, nos vemos en el msn, si nos encontramos. Nos estamos leyendo.