26.7.07

Hay un ave rapaz del interior de uno sobrevolándome la cabeza. Un Prometeo atado a la roca... y esos buitres. Un Zeus que nos quema el bocho con sus rayos. Hemos descubierto que son rayos catódicos. Los millones de televisores apuntando, y ese haz de electrones, verde, que se mueve, se acerca y se aleja, sube y baja como si fuésemos imanes atentando.
Un momento más y se apaga. Queda todo negro. Ni Zeus, ni los rayos catódicos, y ni los pixeles de ladrillo formando las letras que forman las palabras que no quiero leer. Y otras que sí.
Al final del camino siempre está uno, volviendo a derretir el encanto. Y se suceden nuestros momentos como un ciclo de Krebs en lo profundo de nuestra microscopía. Somos la sustancia de partida y el producto de nuestras acciones al mismo tiempo. Infinito recomenzar.

1 comentario:

Péto dijo...

Todo esto tendría sentido si uno y uno fueran 2.