23.4.09

El tiempo invertido es una explosión matemática, un invasión de ceros a la derecha engordando una cuenta grotesca. Mi contador personal, despeinado y con la lapicera toda mordida en la cabeza, me mira desesperado desde su escritorio lleno de papelitos arrugados y tazas de café con pegotes marrones. Definitivamente, no le gusta la situación. Él, que vela por mi bienestar con sus cuentas y sus balances, está al borde del colapso. Niega con la cabeza. Me dice que gasté tanto tiempo, que invertí tantas cosas, tanta materia prima preciada y valorada, que estoy en números rojos. Nada eso va a volver a mí, porque en ningún momento firmé un contrato de retribución.
Me voy del edificio preocupada. Bajo los once pisos pensando qué va a pasarme ahora. "Estás vacía" se repite una y otra vez en mi cabeza, como esos carteles negros, alargados, donde las palabras pasan una y otra vez.
Me siento en un bar a tomar un té y pensar. Pensar y pensar. El contador, pobre, tan nuevo en esto. Me parece que nunca vio nada peor. Pero no estoy tan mal, ¿o sí? Digo... una divorciada debe estar peor. Al menos yo no le pongo los hijos sobre el escritorio y le pido que les solucione su vida junto a la mía. Claro que no, pienso mientras rompo el borde de papel blanco del sobrecito de azúcar, lo mío es casi una sutileza. Quizás... sí, quizás es una sutileza exagerada. Una realidad pequeña que a través de los meses yo inflé de ilusiones e imaginaciones extremadamente irreales, que terminaron alimentando el final esperado, y me quedé en bancarrota. Pero... vamos, que tampoco es para tanto. En cualquier esquina, es cualquier cambio de luz del semáforo, podría haber un inversor dispuesto a alivianar la pérdida.

Mi té se acaba, solo queda un fondito frío que no vale la pena. Pago, digo algún que otro gracias, y salgo a la calle. Estoy pensando en comprarle una caja de bombones al contador, o una corbata nueva. Algo, no sé. Algo para que no esté tan mal. Algo como para que me vaya conociendo. Al fin y al cabo, si él va a ser mi contador de aquí en más, va a tener que acostumbrarse a cómo manejo mis finanzas emocionales.

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