24.2.07

23 minutos y 40 segundos.
El reloj es un arma de doble filo. Ahí, quieto, mirándolo todo con ese mutismo desesperante.
El milagro, el milagro. ¿Quién escondió la rapidez del tiempo en baúles polvorientos?
Alto. Mirar la esfera. Verlas moverse. Sé que en algunos instantes, volará mi cabeza en mil pedazos. Descolgate, me piden las neuronas.
Una y otra vez, los pensamientos. Se suceden, se intercalan, calculan y disminuyen las probabilidades de tranquilidad. Imaginan cómo será dentro de... sí, 22 minutos y 25 segundos. ¿Cómo será? ¿Tendrá ese no sé qué que lo envuelve todo?
Ay... que contrariedad. Todo se vuelve excesivamente lento. Las partículas de luz en la ventana, empiezan un lentísimo viaje y ya se están dando contra el suelo, están estrellándose violentamente en una milésima de segundo no tan fugaz, menos veloz que cualquier otra cosa.
¿Porqué la velocidad de todo no se adapta a esta bomba de tiempo que llevo dentro?
Habría que inventar toboganes para el tiempo. Y ser versátiles como una pluma en cualquier circunstancia, vivirlo todo así, cuando uno quiera.
Mi cabeza es un bombo asaltante del tiempo. Siempre está queriendo ganarle una carrera inexistente.
15 minutos.
Sístole. Diástole. Sístole. Diástole. Respirar, mantener el aire, expulsarlo, sentir como se siente estar suspendido entre lo ínfimo de un segundo y lo eterno de la espera. Cada minuto lacera un poco menos, duele un poco más, incentiva las ganas de aquella promesa.
Aquella promesa.
7, y nada cambia mucho. Solo este bombo interno. Ya se siente como suda, como se desangra, como dentro mío los pensamientos se caen todo juntos a un mismo agujero negro y dan lugar a una luz que se expande y lo colma todo...
Y la esfera, arriba de a poco en los 3 minutos.
El silencio es el eterno placer del navegante. Ya nadie puede detener lo que siempre estuvo escrito.
Va llegando, y todo lo anterior no tiene sentido.
La tristeza siente vergüenza de haberse atrevido a asomarse, la ansiedad se escurre entre las manos, la paz lo colma todo y la luz, aquella luz interior, estalla de repente cegando los ojos, callando al tiempo, reviviendo el alma.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Si, a veces el tiempo es tremendo enemigo. Me pasa ultimamente que todo el tiempo soy enemigo de el, o el es enemigo mio, bien no lo se todavia.
Pero me parece que es tal cual como decis en tu prefil (eso que dice "yo, minoría absoluta"), que me la pase buscando el siguiente escalon.
Supongo que todos somos un poco asi, que vivimos mas con nuestro tiempo interior que con el de afuera y cuando las cosas tardan tanto en llegar nos comemos hasta los codos, jaja.
Hace mucho que no sé de vos, aunque siempre llega algun que otro rumor. A ver si me confirmas eso de que andas por recibir visitas.
Un placer leerte, como siempre.
Abrazo grande!

Jeza dijo...

Antes que nada me recontra alegro de que haya renacido el blog.

Tenés capacidad para recrear imágenes y sentimientos con las palabras. Algo tan simple, tan sutil se muestra como la espera eterna.
Me gustó lo del bombo interno.
Besosss

Anónimo dijo...

Buenisimo, Maru. Un abrazo grande!

JuanT dijo...

"...Ya nadie puede detener lo que siempre estuvo escrito...".
Me encanta verte escribiendo de vuelta.
Y envidio tu capacidad de meternos en imágenes únicas sin sentirnos en un clisé, sin que se note el esfuerzo, viendo lo que escribes como algo natural para vos, e inalcanzable para alguno de nosotros.

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