Al que mira, al que cree, al que se imagina, al que vuelve, al que decide, al que no entiende, al que abraza, al que pierde, al que ya ganó, al que resucitó vidas muertas, al que se dejó dejar, al que aguantó, al que perdura, al del desasosiego, al que destruyo, al que preciso, al blanco de todas mis punterías, al fiel, al relativo, al musical, al gustoso placer, al que sugiere, al que encuentra, al que se mantiene ahí, al que quiere, al que dice sí a pesar del no, al que causa las risas, al que causa sin querer las causas, al corazón bienestar de los pobres infelices, a las almas que guarda, a la presencia, a la conexión, a lo infinito, a lo que no acaba, a lo que debería, a la razón, al desespero, al sentir, a la caricia, a la sutileza, al no a la rutina, al poder de la palabra, a tantas y tantas palabras, al gusto, a la piel, al tacto, a lo que no es necesario decir, al gesto, a la expresión, al trago amargo, a la correntada dulce y lenta, a la calidez, a la lluvia del día final, al adiós, al hola y la sonrisa, a la rambla en días de otoño, al mar testigo, a no fingir, a la lucha, a los ojos, a los pensamientos enemigos, a los amigos, a la mente, a jugar, al ser, al ser así, al ser así y ahora, al haber sido, a lo que seremos, a los prohibido, a lo que no se puede prohibir, a lo que no se puede volver, a lo que se puede llegar, a la felicidad.

Y a las aladas almas de las rosas, de almendro de nata te requiero.

Hay tanto, tanto.