Cuando de verdad no quede nada, y esa inmensidad negra aparezca desapareciendo todo rastro, cuando muera la vida y nazca el lado vacío del aire... ahí, inmersos en un espacio sin tiempo y soledades, se descubrirán las verdades que hemos escondido.
Mis verdades acá, en el pecho que duele; las verdades de estos hombres desilucionados y estos otros hombres atroces que descomponen la materia y la vuelven un caldo horroroso donde flota tanto bicho sin cara.
Las verdades de los que han matado blandiendo las banderas que luego les quemaron, las verdadades de esos dioses encadenados a la mente del fiel, las verdades de lo que cada cual ha ido callándose... para no molestar al ciego, para no desobedecer, para no despertar maldades, para el bien de sí mismos. Y aunque duela, aunque tengan la mitad de las frases afuera de la boca y la otra mitad te patee el estómago.... calladas se mueren y nunca llegan a ver la luz.
Dicen que si no queda nada, nadie podrá escuchar la confesión del culpable, y no habrá dios y un juicio final al que responderle.
Será el día de conocer a los que mienten y a los que tienen miedo, a los que se les fue el tiempo y antes de acordarse de hablar se les paró el corazón.
En la inmensidad negra y espesa, van a brotar de la nada palabras que hablen de lo que es cierto y nada más.
Y ya será demasiado tarde. Habremos pasado a la historia. Seremos viento. Polvo. Historia. Luz. Bomba.