25.8.07

... y la verdad es que no sé bien. Qué contestar. Porque... bueno, a veces sobra todo. Pero es que hay días que uno debería poder recordar con los ojos cerrados, hacer un poquito de fuerza y que se repitan. Días que brillan porque brillan y chau. Porque existen, nada más. Mirar por la ventana y... el sentido.
Ya sé... llegó la carta hace tiempo. Era un papel pegado con cinta en el estante donde tengo libros y papeles formando torres de Pisa interminables. Pero yo creo que la respuesta, por más que tardía y ya, la verdad, sin sentido ni razón ni alguien para leerla, debería haber sido más que un silencioso asentimiento y tantas ganas.
Porque todos alguna vez esperamos algo.
Y hay días que deberíamos poder repetir cuando hiciera falta.
Siempre es necesario un poco más de dolor para crear felicidad. Siempre hace falta destrancar las trancas para ir a trancarse en otra cárcel sin cerrojos. Siempre hace falta que uno deje ir lo que quiere, por el simple hecho de quedarse sin nada para ver qué tan lejos llega el poder de la soledad y qué tanto necesitamos de nosotros mismos.
Si un día se rompe ese concienzudo darse de bruces contra el suelo, si un día llegan los golpes con almohadones y se olvida la respuesta a la vieja carta... ojalá repitas ese día para vos las veces que quieras, y ojalá nadie tenga que volver a escribir una palabra triste.
Y la verdad es que no sé bien...

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