28.10.07

El pequeño pez durmiendo a la luz de la vela. Los pies del pintor, las manos del bailarín, las piernas del filósofo.
Surcan mares casi recónditos, descubren tierras desconocidas, plantan seis mil banderas y vuelven a casa, contra otro tempestad que, encima, está repetida.
Nos están mirando por la ventana y no puedo cerrar las cortinas. Ahora son testigos, que cada día están abiertas y cada día descorro las sábanas y cada día apoyo los dos pies al mismo tiempo sobre la alfombra.
Así, nunca saben hacia donde voy. Siempre tienen esa incertidumbre de no poder predecir mi suerte a partir de qué pie apoyo primero. Por eso siempre lo hago igual.
Y tapo agujeros para terminar con las fugas, ganando la primer batalla a primera hora.
Tienen un ojo de metal y saber verlo todo. Pero el pequeño pez sigue estando a la luz de una vela, y los labios del autor susurran voces que cuentan las historias que derrumban muros y crean cortinas para no cerrar jamás.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ah Maru, debo parecer una pelotuda que no sabe decir otra cosa, pero tenes una forma de decir las cosas que es francamente increible. En erio. Cada vez que te leo sonrio, aunque hables de cosas tristes.
Ya te dije... estas iluminando la oscuridad.
Precioso :)
Abrazo grande!