17.12.07

Conoce mil razones para suspirar y agarrarse el pecho, como si se le fuera a caer algo.
No quería, pero miró para atrás mientras una sonrisa de días de duración se hacía pequeñita y se desvanecía en el campo visual.
Toma un tiempo más volver a sujetar el hilo, que con los días fue adquiriendo velocidad. Me pregunta por mí y le cuento que ahora estoy dejando escapar cosas como aire inflado que se va por ciertos agujeros que de presión se abrieron y con dolor dejan ir el gas.
Le preocupa y no. Me mira como reconociéndose y me dice que porqué no.
Entonces la taquicardia sacude pechos, el horror retuerce estómagos y las manos se quedan quietas sobre todas las faldas del mundo. Así es como la gente no para de hablar igual, de proponerse una meta que está dentro de su cabeza, entronces comienzan a dar vueltas sobre sí mismos, repitiéndose una y otra vez, monologueando de forma horrenda unos días que tienen todos el mismo color.
Escupo y digo no. Me paro de la silla y suspiro yo también. La imagen vista cientos de veces, como cuando alguien se acurrucaba contra una pared y nunca aprendía a hacerlo de forma distinta, como cuando en los ojos de otro alguien la forma de su revolución tenía aspecto de botella de cerveza. La imagen pide que la recuerde, para que cuando la recuerde se me ocurra inspirar el suspiro en vez de suspirar, apuntar el agujero con las cosas que se escapan como aire y darle a alguien en la cara hasta volarle la cabeza, tener un hermano y contar 56 cuentos para regalarlos por ahí sin más colectivo que el que implica caminar por el mismo lado de la calle.
Y en eso podemos coincidir muchos.

1 comentario:

noe dijo...

"La imagen pide que la recuerde, para que cuando la recuerde se me ocurra inspirar el suspiro en vez de suspirar..."

Me quedo con ese pedacito, que me hizo pensar bastante

Saludos Maru*!!