30.1.08

Oigo el timbre. Voy hasta la puerta, vuelta de llave, un tirón y miro afuera. No hay nadie.
Desde que al viento se le da por tocar timbres me ilusiona más de lo que me despeina.

Y eso que no tengo timbre.

1 comentario:

Fd. dijo...

Qué grande. Este blog lo que tiene de bueno es que hay muchas cosas como ésta, cortas y contundentes.

Nos vemos.