30.1.08

Alguien canta en un escenario hecho solo de tablas, parado y quieto, con una voz que entra por los oídos y llega, sin dudas, hasta formar parte de la sustancia intercelular de cada tejido. Hasta estremecer cada célula. Una corriente que sube y se dispersa. La voz abrió los canales y se filtró lo que se tenía que filtrar en cada unidad, en cada membrana, en cada pared. La voz abrió todo y desestabilizó el equilibro eléctrico. Sacó de reposo millones de unidades y un alma, desencadenó una sinapsis infinitamente grande que se corrió por todas las fibras, por la piel, por el cuerpo, hasta que saltó cada gramo posible de sensibilidad.
Parece que fue mil años después cuando calló y quedó todo en silencio. En el medio, entre el principio del canto y el fin, millones de años luz en un viaje se transitaron, mucho tiempo antes de que existieran las naves espaciales, porque cuando pasa algo así viajar no es más que despertar sensiblemente lo dormido.

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