22.9.08

Si mañana te levantás y no hay nadie más en donde solía estar yo, Hugo, no te asustes. En el supermercado no, seguramente no esté. Tampoco me llamó Niní para ver una nueva revista de esas que compra en el quiosco. No salí a comprar ropa, nunca me gustó la ropa. Por Marcos no me preocupé, está bien. Siempre está bien.
Si mañana te levantás y no soy, no te asustes. Pensá que voy a volver una vez que encuentre lo que salí a buscar. Pensá que nada es tajante y definitivo. Pensá que amamos, los don juntos amamos, los matices. Que nos encanta el gris en vez de tener que ser negros y blancos. Todo tiene una nueva vuelta de tuerca posible.
Vas a estar bien. Nunca te dejé depender de mí. Hacé las cosas como corresponde. No te tomes a la ligera las manchas de humedad, dicen cosas. El gato en la cama... hacé el favor, que no se suba, ya sabés.
Pero no te asustes, no creas que no me servías vos. No me sirvo yo. Tanto peor... ¿no? Porque para recriminar y para pedir cambios... mandados hacer. Y sé que vos, que has aprendido hacer tan endeble, lo harías por mí. Pero esta vez no tengo excusas, Hugo. Lo cierto es que no voy a volver hasta que me haya curado. De espanto y de abandono. No sé si será mañana, o el mañana de otro día más adelante. Por las dudas no le pongo la fecha a esta carta.
Quisiera que fuera mañana. Porque, te digo la verdad, mañana es un día que puede quedar tan lejos o tan cerca como yo quiera. Solo basta tomar días lejanos como puntos de referencia. Y para alejarlos tengo un arte...

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