4.4.09

'Taqueloparió. Otra vez. Sin respeto alguno, como si fuera la única persona sobre la faz de la tierra, o como si lo único que tuviera que hacer yo fuera atenderla a ella. No ha parado, desde que recuerdo. Se acerca hacia mí con ese paso decidido, con esa soberbia, esa seguridad de que va a lograr interceptarme. Y yo, pretendiendo hacerle ver que de ningún modo planeo detenerme, camino también con paso decidido, mirando al frente.
Estamos cada vez más cerca. Detesto cómo camina. Detesto casi todo de ella, en realidad. Que horror, me digo a medida que nos vamos acercando. Que horror, cómo es posible que cada día nos encontremos de esta forma, que cada día me ponga en este estado de nerviosismo y desesperación. No puede ser que tenga las pretensiones en un nivel tan alto. ¿Qué pretende de mí? No pienso parar ni un instante a ver qué quiere. No me interesa. No tengo nada que decirle, y la verdad es que poco me interesa oírla.

Estamos a unos pocos metros. Entonces, por alguna razón, la miro directo a los ojos. La pucha. Que cosa tan extraña. Nos detuvimos a la misma vez, con esa cara de sorpresa tan característica. Aparentemente, ambas hemos visto algo que nos llama la atención. Examino su expresión, mientras sé que ella hace lo mismo con la mía. Ambas, a nuestro idéntico modo, hemos llegado al fin de una larga persecución.
Decido dar por terminado el asunto. Mañana a esta hora no habrá más de estos asuntos para pensar. Una vez más, y esta vez estamos de acuerdo, reanudo la marcha, avanzo, traspaso la puerta rodeada de vidrios espejados y dejo atrás al impertinente de mi reflejo.

No hay comentarios.: