23.5.09

Hay ciclos y hay procesos. Hay etapas y hay saltos. Hay consecuencias, causas y círculos viciosos. Hay vidas llenas de verdades, hay vidas llenas de mentiras, y hay vidas detodounpoco.
Pensamos casi siempre que se trata de un proceso lineal. Y con el paso del tiempo quizás lleguemos a empezar a pensar que es un ciclo: que el producto inicial se regenera, que la partida es la llegada y en el fin comienza nuevamente el viaje. Cuando llegué, cansada de correr y deseando parar para tomar aire, estaba yo al final del camino: me vi de espaldas y lista para volver a arrancar.
Se puede decir todas las palabras que se conozcan. Se puede decir amor, paz, odio, imagen, desgarrador y conciencia. Se puede ser creativo, tener imaginación, ser capaz de incorporar todas las voces posibles para contar todos los cuentos existentes. Se puede llegar con el vómito en la boca y volcarlo, creando. Se puede sentir que te arden lo dedos y el alma, la lengua, el pecho, la cabeza. Se puede imaginar que las palabras son armas invencibles para derribar los monstruos que nos acechan desde nuestras propias profundidades.
Podemos dedicarlas todas, quererlas todas, mandarlas a volar y pedirles que le soplen un verso al oído de cualquier persona que ande por ahí. Pero todas las historias contadas, todos esos espacios vacíos donde floreció algo más que un silencio, son caminos que se encuentran todos en el desconcierto. Y ahí, en ese círculo negro donde no hay nada, cada uno empieza a juntar palitos para construirse una escalera. La apoya en el suelo, sin pared, y haciendo equilibrio se esfuerza por subir, elevarse más allá. Se caerá tantas veces que no lo va a poder recordar.

Doscientos es un número grande, lindo. Es un montón de pequeñas cosas. Un montón de palabras, un montón de espacios vacíos donde floreció algo más que silencio. Y aunque el marcador cuente más Demonios que Maravillas, es un incentivo para ir sumando de las otras. Desde el comienzo hasta ahora, desde Miguel Hernández hablando de bocas, desde Martinelli liberándose, desde esos corazones estrujados, silenciosos, que esperaban ser desempolvados. La verdad es que no pasó nada de eso: hay una persona, quizás dos, que todavía no pasó por el buzón a revisar su correo. Por eso aún no se entera qué porcentaje de estas doscientas cosas le mandé a volar directo a su oído. Así pasa cuando querés que se enteren pero solo a medias.

Se pretende celebrar a los que cantan en silencio. A los que aún no encontraron dónde tienen la boca. A los que no necesitan gritar. Se pretende encender una luz, un faro de indicación, avisando que somos más de uno los que aún no estamos gritando a tope de pulmón. Que el silencio sea celebrado solo para aquel que encontró la manera de cantar aún sin boca, de tocar aún sin manos, de escribir sin ojos y de vivir con desconcierto. Las palabras nos celebran a todos.

Gracias por los puntitos rojos!




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1 comentario:

Mei dijo...

Felicidades, pequeña!

Gran abrazo desde aca. Por muchas mas!