6.6.09

Gripes que atacan las cabecitas, y los alcoholes que se acumulan en las repisas de la muchedumbre. Me saludó con un beso y le acaricié un hombro. No tuve tanto miedo como debería. Es que no pretendo dejar que me apuñalen así, que me paranoiqueen así, que me pongan la pata y yo trastabille, dejando caer de mis bolsillos el fueguito humano que con tanto esmero cuido y quiero que me dure.
La avenida, tan linda. Tan nuestra. Tan cosa que no va a cambiar más. No vamos a lograr tapar las baldosas rotas, ni sacar a los viejos del bar. Y el casino seguirá atrayendo caras de desesperación. Entonces, si te ponés a pensar, te vas a dar cuenta de que los casinos y las iglesias son parecidos. Que los dos ofrecen promesas que son como rellenos de wata para ositos de peluche con agujeros en el estómago y en la cabeza. La gente se arrastra hasta ahí, todas las veces cree que ese es su último y definitivo boleto a la salvación, pero siempre vuelve porque nunca se salva y nunca deja de volver a ilusionarse. A convencerse.
Y yo paso por todas las puertas. No soy cliente de nadie. Los veo apostar y rezar, comprar y charlar, soplarse entre las manos un poco de aliento cálido. Y esos cuerpos...

Las noches exudan verdades. Te hacen entender porqué pasan las cosas. La oscuridad es su propia antítesis cuando nos ilumina de frente, nos deja en evidencia y entonces ya no se puede seguir mintiendo. Cuando los carteles de luces de neón se apagan, no se puede presumir de nada. En cualquier momento te encontrás en carne viva, sudando sangre y pidiendo por favor que te devuelvan la piel, que te permitan taparte otra vez y poder volver a aparentar que la tristeza no es el motor que mueve las cosas más hermosas.

2 comentarios:

Lucien dijo...

Hola Maru!
es muy lindo lo que escribis! me gusta mucho.
este texto me hace recordar algunas cosas que pienso cuando ando por ahi.
como pa pintar un cuadrito. tus textos son inspiradores.

besote! y gracias!

Rafa Bonzo dijo...

Excelente!