23.8.09

Tres años no es tanto tiempo. Pero es suficiente para casi todo. Es suficiente para cambiar tanto, que si algún día encontrás los rastros, los recuerdos, te tengas que preguntar un par de veces si ese realmente eras vos. Y eras, no queda duda. Eras solamente una hilera de ladrillos inseguros. Ahora, una pared de piedra que se levanta, con sus dudas y sus amenazas de derrumbamiento, pero se levanta.

El mundo es una bolita perdida en el espacio. Es simplemente, la partida en el patio de una escuela, entre niños. A sacudones avanza como puede, retrocede como quiere. El mundo, hostil y prematuro, convierte las flores en retazos de tela llena de moho. Se caga de la risa de quien quiera regarlas otra vez, esperando volver a verlas crecer. Sabe que, más allá del intento, está perdida la partida.

Tres años es demasiado tiempo si se toma en cuenta que dos milisegundos son necesarios para conducir un impulso eléctrico de una neurona a otra. Lo que importa no es ese impulso en sí, sino la acción que posibilitará. Será instrascendente si hace posible que una mujer se acomode la cartera, yendo al trabajo. Pero el mismo impulso, las mismas dos neuronas, en el mismo período de tiempo, podrían hacer que cierto dedo se deslice suavemente hacia el temido botoncito rojo. En el fondo, todo es lo mismo. En el fondo, la señora de la cartera era la secretaria del señor que estaba por apretar el botón rojo. Y le compró un café, y le puso dos sobrecitos de edulcorante. Y se acercó a él, al jefe, justo cuando su impulso eléctrico comenzaba a recorrer la primera neurona. Y tropezó, tan tonta, porque los tacos eran nuevos y la alfombra estaba doblada. Y en el momento en que el impulso alcanzaba, heroico, a la segunda neurona, en el momento justo es que iba a excitar aquellas fibras musculares del dedo del señor, el café cayó entero sobre su impecable camisa blanca. Él se dio vuelta, puteando, con la espalda quemada y la camisa arruinada para siempre. Y ella, la secretaria de la cartera, reivindicó, sin saberlo, a sus neuronas. Así, todos sus impulsos nerviosos pasaron a ser parte de un enorme acto de heroísmo.

Tres años es mucho tiempo.

2 comentarios:

vito dijo...

es la ley del todo o nada.
"El impulso nervioso continuo se da en los axones desnudos"

Una nuda muda, desnuda y su duda
Una duda nuda desnudada
por su nuda, por su nada

una nuda que anuda su nuda
otra nuda que desanuda desnuda
su nada, su nuda, la nada
la de otro, la de él
una nuda anuda, olvida su duda
una nuda se anuda y se vuelve a desanudar
esa nuda muda desnuda a nueva nuda.
otra nuda desanuda, desnuda
su nada, su nuda, la nada,
desnuda la duda
la de otro, la de él.

vito dijo...

(claro, no debo mezclar cocacola y aspirinetas, ya sé).