15.10.09

Claro, para vos es fácil. Dejá de mirarme así. Como si de repente fuera una locura, de esas que no están ni en los planes de la imaginación. Como si de repente te sorprendió un ladrido de perro pequeño y peludo, bajando por Yaguarón hasta la parada. Claro, caminando es fácil.

Lo cierto es que no es broma. Es la pura verdad. No me alcanza que yo estaba caminando, que vos estabas caminando, y que en cierto punto del trayecto nos cruzamos, nos vimos, nos dijimos hola sonriendo y paramos a hablar. Si se tratara únicamente de eso, del cruce de trayectorias, encontrarse sería reducible a un fenómeno físico completamente explicable. Es más, podría saber, a partir de ambas velocidades de desplazamiento y la distancia a recorrer, en qué momento nos cruzaríamos. A partir de los datos, y con la intención que me provoque, podría aparecerme siempre que quisiera en tu camino, interceptarte, ponerte cara de sorprendida. Y a vos te parecería que es tan loco...
Cuanta ingenuidad. Las cosas no son tan sencillas para mí. Porque el fenómeno físico que explica ese breve cruce, ese breve lapso de tiempo de coincidencia espacio-temporal, realmente no alcanza a definir lo que creo que es un encuentro.
Porque estábamos ahí. Cuando me di cuenta que eras vos alcé la vista y te miré. Busqué tus ojos y encontré dos agujeros negros donde antes estaba, como en letrero luminoso, la historia de quién sos. Vacío, ahora. No pude encontrar una sola memoria, un único recuerdo, un pedacito de lo que pensé. Entonces nos despedimos, y me fui pensando. Pensando en contarle a mi amiga que hoy a la tarde no te encontré.

No hay comentarios.: