17.2.11

Me caigo un poco en la fina tela de mis sueños, estoy en ese estado que no sa sabe bien qué tan conciente estás. Tengo algo en los párpados, un peso suave que invita a atravesar el límite y caer más allá, al reino inconciente de las tres de la mañana. Le digo que no, que espere un minuto más, porque necesito terminar de dedicar algunos pensamientos.

La tapa de un libro. La microscopía que no tengo, pero con la que podría adivinar las moléculas de vos que hay. El objeto físico que dice que existís. Que en algún lugar del mundo lo elegiste, lo tocaste, lo tuviste con vos unos días y lo mandaste a volar hasta mí.
La caligrafía, la definición de las manos, el pulso, todo un sistema nervioso dedicado a escribirme. Y aún así... ¿quién sos?

Sos la voz que sale de tu garganta cuando me hablás. Sos las caras que no sé si hacés, pero supongo, y seguramente tengo razón. Si sos la voz, sos simplemente aire. Aire que sale disparado de tus pulmones y roza contra las cuerdas vocales, se amplifica en la boca, crea un sonido. Sos aire.

Y si sos aire, no hay nada que te impida llegar. Podías viajar en el espacio, atravesar las tierras heladas y cálidas, las aguas y las olas, y entrar por mi ventana. Ya sabés dónde es, cómo es, de qué color. Cortinas rojas, afuera dos perros. Adentro las personas, esta persona que soy yo, los miedos, las pavadas, el día a día. El aire que nos compone es lo que tenemos en común. Todas las palabras son aire, y es el mismo que las lleva volando, volando lejos, a leerte un poema corto, acariciarte la mejilla o reirse de un chiste repetido.

1 comentario:

Meilán dijo...

Tenés una belleza para decir las cosas, y es tambien tu propia belleza, tuya solamente... cuanta ternura, mi amiga. el don de la comunicacion que tanto de envidio!
Que afortunado el destinatario de estas palabras. son muy lindas.

un abrazo intergaláctico

Meilán.