17.9.11

El perro en la jaula.

Ya sabe que lo tienen que domesticar. Ya lo sabe. Suda carnicerías en el rincón del receptáculo. No hay otra forma de existir en este cubo de portland y alquitrán. Domesticado.
Los pelos del lomo se erizan en furia contenida, como una electricidad. Los ojos encendidos, la mandíbula apretada. El collar que se acerca en las manos del amo, y la saliva que se abre paso en el torrente hirviendo de la boca. La lengua sorbe, lame la sangre interna.

Me duele en el cuello el collar. No puedo correr, no tengo que correr. La jaula es inmaterial pero me retiene, me dice quedate, dejate. El amo se acerca, lo veo venir con las botas sobre la tierra. El pelo erizado, la boca húmeda, los dientes sedientos. Una roca en el corazón, que tiembla de miedo y llora de angustia por la libertad que estamos por perder. Domesticame, le digo. Hacelo rápido. Cuanto antes. Sos mi más profundo pesar, y sos lo mejor de mi vida. Cuando llegues, cuando me pongas el collar, vas a hacer por mí lo más terrible, lo más hermoso.

La piel se me arruga en cientos de micras de profundos gritos ahogados. Secretan polvos que se muerden entre sí y me caen en el estómago, ácidos. Los dientes se encuentran unos con otros, se cascan, se besan, se destierran. Las patas se doblan en ángulos perversos, los ojos se apagan y la jaula se queda en silencio.

Él se va, tranquilo. El collar en mi cuello. Me dijo que venía a domesticarme, no a quedarse a llorar conmigo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Crudo. Pero sigo disfrutando.

Abrazo!

Meilán dijo...

Opa! Era yo, jeje

Mariana dijo...

:)

Querido!

Meilán dijo...

comparto tus textos por ahí como si fueran míos, querida amiga. Te muestro al mundo y les cuento que te conozco, que tengo el placer de compartir mates y disparates con vos (una vez cada mil años, pero le alcanza a mi alma), con la muchacha que escribe estas cosas tan increibles. Lo comparto porque creo que tenes una capacidad creativa y de expresion de la re puta madre, y pra un alma de caminante como yo es un placer encontrar anormales como usted, que brillen y vibren de esa forma.
Pequeñísima Mariana, mis saludos lejanos!