19.11.11

El reborde del alma, filoso. La yaga en el dedo, el dedo en la yaga. La poética manera, manera de mierda, de acariciarme y que me sangren hasta los lacrimales.
Nunca, le dije y te repito. Nunca vamos a poder dejarnos llevar por la corriente. Siempre estaremos ahí, las piedritas del tiempo, las cabecitas sin frenos que no paran de sacar conclusiones.
No, no. No es así. A mí vivime de otra forma, y te lo estoy diciendo con esa seriedad que te hace creer que me enojé: Vivime con las tripas. Hacete ese favor, camaleón. No me tengas entre los hemisferios cerebrales porque en la cisura me voy a hacer mierda y nos va a doler a ambos. Tragame. Permití que me deslice por tu esófago, deglutime lento. Sentí cómo te lleno el estómago, y destrozame con el ácido. Sentime en las vísceras, dejá que te vibre la panza, cerrá los ojos y no pienses.

No pienses más. Cerrá la persiana. La saliva te llena la boca y la estás desaprovechando.

Masticá.

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