16.2.08

Pfff... qué vamos a hacer. Si te molesta cómo te miran al contestar, como sabiéndolo, como entendiéndote, como con lástima, o con enojo, como con la solución ahí... ahí.
Y te molesta cómo se tocan el mentón y piensan un rato, te molesta el breve silencio mientras lo hacen, te molesta que no hayan querido decírtelo antes y solo retrasaran todo un poco más.
Te molesta que suene el celular mientras estás tan enojado, contándolo todo, te molesta adivinar quién será, qué querrá, y saber con certeza que seguramente todo, todo menos eso que estaría bien. Entonces hacés una pausa, y te molesta haber cedido a la pausa. Haberte interrumpido en tu discurso enfermizo y enojado, en tu chorrera de cosas que te molesta, en tu vano intento de sacar de adentro para afuera.
Pero retomando: ahora la realidad, el sitio donde te sentás a putear como si dependiera de eso tu vida, es desequilibro permanente en donde todo, cada detalle, hace algo más. El 8 está sucio, qué ruido que no me banco, qué cara que no quiero ver más ésta que veo ahora, cuánto calor, insoportable esta hormiga sinvergüenza que quiere invadirte espacio ahora, justo ahora.
Entonces te creés un enojado imcomprendido, por ende único en la especie, experto en fruncir el ceño, persona que en sus neuronas guarda tesoros únicos que el tiempo, el destino y la gente no van a valorar nunca.
Y entonces te acostás de noche con la molestia de que la sábana se descorrió y tu espalda roza el colchón sin que te guste, y el ventilador te da frío de a ratos, de a ratos no alcanza a aliviar el calor, de a ratos un perro ladra y te molesta, te molesta que lo que más te moleste en el mundo sea todo lo demás menos tu maldita incapacidad de ayudarte en algo.

No hay comentarios.: