14.3.08

Mirá por la ventana, vamos a mirar por la ventana. Está pasando a esta hora, a este momento del día, tanta gente. Date cuenta qué pasa cuando sus vacíos, sus baches en el corazón y en la cabeza, sus faltantes de todo y sus tantas nadas, se rellenan de verdades que no son más que el relleno que viene en una cartuchera cuando te comprás una. Prestá atención. Si mirás bien, vas a ver que tienen agujeritos donde parece haber ese nylon con pelotitas infladas de aire, que se explotan una a una cuando quieras. Agujeritos rellenos de nylon, vacíos rellenados a fuerza de gata, de telgopor, de cartoncios que por ahí había recortados.
Hay tanta gente caminando a esta hora, y es tan notorio verles salir por la tapa de la cabeza una punta de relleno, como un osito de peluche después de tantos años.
Es una necesidad incontrolable, la de agarrar lo primero que encuentren para poder tapar una fuga de aire, un pinchazo de esos de piscina. Nadie tiene tanta culpa de querer emparcharse, cuando no aguanten más, y salir a agarrar lo primero que encuentran.
Así, recolectan los parches descartables que realmente no sirven y realmente no sanan, solo que están ahí, tan a la mano, tan de oferta, y cambiarlos cada tanto es molestia pero es lo que hay. Y cuanto más agujeritos más falsos rellenos acumulados.
Hasta que... bueno, qué te voy a decir. Ya sabrás. En cualquier esquina (mirá, ahí va uno) puede haber alguien que haga tanto que rellena sus faltantes que se haya convertido en el basurero de la ciudad. En un depósito abandonado, un cuarto de esos que solo sirven para llenarlo de las cosas que nadie sabe donde poner.
Un fanatismo disfrazado de sentimiento, una obsesión disfraza de amor, una compra disfrazada de felicidad, un bolsillo disfrazado de poder, una droga disfrazada de solución. Pero la vida tiene tantas verdades (esas no las vas a ver en la ventana, así que volvamos adentro) y son tan de verdad, que quizás algun día simplemente sople un viento fuerte que les destape todos los agujeros. Tengo miedo de ese día. Todos hemos estado acumulando pedacitos de tela y cartón, falsos rellenos para tapar fugas. Ese día vamos a estar más desnudos que nunca. Ellos, en la calle, y nosotros cuando nos toque salir. Cada cual tiene sus pudores que tapar y cubrir del viento, cada cual tendrá su telgopor llenando un lugar donde hay tanto vacío, tanta negrura, tanta desesperación que no se aguanta.

2 comentarios:

noe dijo...

Da lastima mirar por la ventana, pero que bonito que todavia haya gente para abrirnos los ojos.

Saludos Maru, que andes bien :)

Anónimo dijo...

Que bien que escribis! Me encanta todo! Felicitaciones y un saludo.