3.7.08

Cuando miramos la ciudad y la gente moverse debajo nuestro, a tantos metros de distancia, sentimos el nuevo aire inundarnos los pulmones. El oxígeno era más que oxígeno, era vital energía para lograrlo todo. Solamente observando, los tiempos cambiaban ante nuestros ojos.
La mañana no podía despertarnos, era la eterna noche en que se sueña y se vive de verdad, sin realidades para contrastar y darse cuenta de nada.
Recuerdo que estuvimos en silencio. Teníamos miedo de romper con el ruido la delicada estructura de la imaginación.

No hay comentarios.: