19.9.09

Hay una explicación para todo. Cada hilito, si tirás, trae un regalo en la otra punta. El problema es saber si podrás cargar con él. ¿Y cómo saber antes de haberlo visto? ¿Cómo adivinar cuánto pesa si no está?

Las gotas en el vidrio y la cama llena de ropa de colores. Las calles pierden su consistencia, se vuelven gelatina bajo los pies. Lamen de barro marrón los zapatos, los limpian de edificio y le dejan ese color salvaje, potente, natural.
Las gotas el vidrio, moscas del temporal. Hacen toc toc toc miles de veces, pero nunca logran pasar. Y el viento, que golpea fuerte como cachetadas de manos frías, enormes, grotescas.

Lo más fuerte y repentino es lo que no vas a olvidar. La suavidad, preciosa pero pasajera. La sorpresa es el verdadero secreto de lo no perecedero. El susto, el grito, el estremecmiento, la notoria fuerza que se ejerce sobre todo tu cuerpo. Casi como volarse. A sacudones avanzar entre el viento, notarlo traspasarte el cuerpo con la facilidad de una cucharita introduciéndose en el líquido, perfecta.
La cara entumecida y la ropa mojada. Señal de que las historias ya fueron contadas.

No hay comentarios.: