18.5.10

El rastro de agua borró el labio, como si fuera de azucar, como si fuera de pan suave y delicado. El éxodo en una tarde de balneario dorado, de robles en otoño y ejercicio intelectual entre sueños del mundo que viene llegando.

¿Qué importa el precipicio si se tiene en mente un proyecto de alas? Usted va a tener que disculpar, pero no hace falta engrosar las filas de los que se esconden tras la falsa definición de libertad para ocultar que no tienen nada que decir.

Yo tengo una boca y tengo cuerdas vocales, tengo fe en el futuro y paz en los pensamientos. No creo en la derrota ni en la quietud. No sueño con avanzar en máquinas de mil ruedas muy rápidas, simplemente espero juntar una a una las plumas que vamos a usar.

Y si no es suficiente, si en el vuelo nos acercamos tanto al sol y se nos rompen las alas, si caemos al mar y nos ahogamos, entonces le prometo a usted que voy a hacerme hincha de la gravedad.
Porque no hay peor crimen que ser feliz dejando morir las flores en la cabeza, con una regadera llena de agua en la mano.

... y vuelven a florecer.

1 comentario:

vito dijo...

música para camaleones.