13.5.10

No sé bien cómo es que se reconoce cuando se traspasó un límite, cuando en el vaso cayó la gota que lo desbordó, cuando del cielo descolgó una estrella fugaz de aburrimiento por oir tantas veces el mismo cuento. ¿Y quién avisa? ¿Tiene la vida servicio de mensajería para saber cuándo es el momento?

En el caldo donde se cocinan las personas sentí olor a mí y pensé que quizás ese era el mensaje. Pero voló una golondrina y me maravilló el vuelo, miré al cielo y me olvidé de lo que estaba pensando. Perdí el hilo en un camino oscuro tratando de no pisar el pozo. Trastabillé alguna vez, afuera y también adentro de mí.

Pero había venido nomás a que sepas que entiendo. Que cuando te cansás es porque ya no se puede más conmigo. Contigo sí, no sé, me es fácil porque aún no encuentro la horma de mi zapato.

Si quiero sonreír y mirás quizás te grite. Si quiero gritar y no estás quizás me enoje. No es fácil existir. Más fácil sería la golondrina todo el día. Pero como el mundo es bien mundo y a la calle le falta un gramo de oscuridad para desaparecer, mejor me quedo por acá y sigo creyendo, todos las vidas de los días, que la libertad realmente queda hacia adentro.

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