6.1.12

Muy significativo fue que se diera cuenta, justo cuando caía la última gota de sudor, de mi pequeño trozo de cristal en el intestino (el corazón o la garganta). Sos mi Dios, le dije. O la ley. La medida de las cosas, aclaré. Sabía muy bien cuánto odio las tacitas esas rojas, de plástico, desteñidas por el sol, y cómo siempre agrego una cucharada más para saber que no cumplí con la receta. ¿La medida de las cosas?

Agazapado en un rincón, el tigre ruge y la saliva se le calienta dentro de la boca. Su lengua dolorosa me lame fuerte el maxilar inferior. Descascara sentido. Llueven escamas de mi piel en el regazo, oculto la cara en la sábana y le pido que cierre la puerta antes de salir. ¿Quién rompió qué e hizo tanto ruido? La puerta es infernal y los niños no están durmiendo hoy. Añoro, maldigo, retuerzo, recuerdo, preparo las tripas para la siguiente montaña rusa.

Tibio es el río de baba que nadan mis manos. Mi labio roto, como siempre, a la mitad. La sangre brilla, mancha la boca, anuncia. Significativo fue que aún no me diera cuenta. Que me cantaran una canción y yo oyera un alarido de terror. En el balcón, en lo más alto de mi torre norte, miré hacia abajo y no vi a nadie. Pero estaban todos, hasta el tigre, esperando verme bajar. ¿Bajar? ¿Para qué? Mi mandíbula duele, mi labio sangra, mis manos huelen a barniz humano.

Pero conocemos la fuerza, dragón. Entendemos qué viene y cómo llegamos acá. Aún así, con los líquidos bañando el cuerpo, estamos creciendo imponentes. ¿Quién nos reconocerá? No te preocupes. Sentí la furia del viento esta noche, dejate enternecer la carne, entregate a las lenguas y no conserves ni una sola escama. Soy, dragón. Y soy dragón. Exhalo fuego esta noche, todas las noches, y si mi labio sangra y mis manos lloran, me acurruco en un rincón del tiempo a que me consuele el viento, ese mismo que me verá volar mañana temprano. Temprano.

No hay comentarios.: